domingo, 17 de noviembre de 2024

♜Partida de ajedrez inmortal del jugador Juan Antonio Sardina ( CIRCULO DE LAS ARTES) y Bent Larsen♜





Lo cuenta como nadie Leontxo García, en su serie de El rincón de los inmortales que publica el diario El País.

Siendo prácticamente un aficionado, este abogado del Estado derrotó en 1981 con brillantez al danés Bent Larsen, entonces número 10 del mundo.

Defendía los tableros del Círculos de las Artes de Lugo





En Lugo se le conoce a Juan Antonio Sardina por los años en los que se desempeñó con brillantez como abogado del Estado, un oficio que lo llevó también a vivir y trabajar en A Coruña y Pontevedra, donde falleció a los 68 años en 2017. Escribió varios libros sobre su campo profesional, pero fue el ajedrez, una de sus grandes pasiones junto a la ópera, lo que le otorgó la inmortalidad. 




Sardina no llegó a ser profesional del mundo de las 64 casillas, pero se codeó en alguna ocasión con los más grandes. Eso fue lo que sucedió en un torneo que se disputó en una discoteca de Calella del Mar en un ya lejano 1981.



enlace FIDE RANTING Juan Antonio Sardina



El abogado gallego tenía por entonces 32 años y defendía el tablero del Círculo en un enfrentamiento de la Segunda División del Campeonato de España contra el equipo canario de Bent Larsen, ajedrecista danés que había llegado diez años antes a ser número tres del mundo por detrás de los míticos Bobby Fischer Boris Spassky y que estaba afincado en las islas.




Lo que sucedió no se lo esperaba nadie. Sardina, con un juego verdaderamente agresivo y agudo, logró noquear al que por entonces todavía era número diez del mundo.

Más allá del juego realmente bello, con sacrificios y jugadas que requerían de un talento indudable, Sardina dejó además una anécdota que recuerdan los allí presentes. En un momento dado, en el que la posición sobre el tablero ya le era claramente favorable, se levantó de la silla y fue a hablar con su capitán. El gallego quería ofrecerle tablas a su rival. Pero el líder del equipo del Círculo de las Artes de Lugo le replicó: "¿Si fuese yo, me ofrecerías tablas?". Sardina contestó que no y la partida continuó, para fortuna de los aficionados del ajedrez.

"Su grado de precisión fue enorme. Y si esta partida se hubiese jugado ahora, alguno sospecharía que Sardina había hecho trampas con ayuda de computadoras, pero estamos hablando de 1981, mucho antes de que existiesen las computadoras de ajedrez". 

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